sábado, 6 de junio de 2009

Y voy por tí bonito
No te vas a escapar
Que las reinas gitanas
Saben lo que es amar.


La gitana


Jazmín Romero bailaba frente al espejo de un aula en un importante estudio de artes desde hacía varias horas, estaba cansada, transpirada y sedienta pero faltaban pocos días para dar su examen final y convertirse en profesora y eso la mantenía ocupada. Hacía lo posible y lo imposible por mejorar su técnica. “Tá, tica, tá” Se repetía mentalmente el ritmo del zapateo que tenía que hacer y empezaba a mover sus pies junto con sus manos y su pollera.

Media hora más tarde la rubia había quedado satisfecha con su zapateo. Se animó a tomarse medio minuto –contado por reloj- para beber un sorbo de agua, justo cuando giró su cabeza hacia la derecha. Ahora tenía un nuevo objetivo y eran las castañuelas, las benditas castañuelas que tanto la habían frustrado en su infancia pero que ahora las manejaba con destreza y que estaban apoyadas en la silla que estaba a su derecha. “Tá, arriá, ta” Marcaba el ritmo con su cabeza mientras movía sus dedos ágilmente.

Poco a poco se fue acercando al centro del aula, sin dejar de tocar las castañuelas y zapatear, Jazmín empezó a dar unos cuantos giros y a mover agraciadamente sus caderas. Estaba tan concentrada que ni siquiera notó que tenía público, sino hasta que finalizó la coreografía y empezó a escuchar aplausos.

Giró su cabeza hacia la puerta de la gran sala y vio a un rubio pelilargo de rulos sonriente, apoyado contra el marco de la puerta, aplaudiendo con todas sus fuerzas.

-¡Tacho!-Gritó la rubia con una sonrisa-No sé por qué me aplaudís ¿No viste que me perdí en un par de pasos?

Juan Tacho Morales. Estudiante de canto y batería. Eran mejores amigos desde que tenían uso de razón, se conocían desde siempre y toda su vida se habían llevado muy bien. Todos les decían que parecían una pareja de enamorados, solían caminar de la mano, abrazarse constantemente y de vez en cuando hasta salir a cenar los dos solos, pero más allá de eso todos lo veían en sus miradas, cada vez que el otro llegaba o era nombrado, en sus ojos aparecía un brillo especial. Los dos se reían ante esos comentarios y a veces hasta les seguían el juego. Ella porque le causaba gracia que crean que estaba enamorada de su amigo. Él porque no le quedaba otra, no podía confesar el amor que sentía por la rubia de melena larga que ahora estaba acercándose al grabador para poner otra canción.

-Bailaste excelente bonita, y si te perdiste no se notó, en todo caso la única que sabe cómo es la coreografía original sos vos ¿No?-Contestó el rubio acercándose para saludar a Jazmín.

-Gracias bonito, vos siempre con las palabras justas para levantarme el ánimo, te amo novio.-Dijo ella riendo mientras depositaba un ruidoso beso en la mejilla de su mejor amigo.

Ella se divertía con el juego. Él jugaba con fuego y se lastimaba, sentía cómo se estrujaba su corazón al saber que no podía besarla, pero la amaba tanto que se conformaba con tan solo un “Hola” por parte de ella, para el momento en el que ella o saludaba él ya se sentía como en el paraíso.

-Teniendo en cuenta que somos novios creo que me merezco un baile especial para mí, ¿Qué pensás?

-Mmmm…-dudó-No sé… hace mucho que no me das un abrazo ni me decís que me querés, no sé si quiero seguir siendo tu novia.-El rubio pelilargo fue corriendo a abrazarla.

-Te quiero muchísimo Jaz-Confesó él besando la mejilla de su bonita.

-Ahora sí, así sí me dan ganas de bailar-Respondió ella con una sonrisa mientras apretaba el botón de Play y se dirigía al centro del salón.

“Reina gitana y olé busca gitano y olá”
sonaba en aquél lugar, mientras Jazmín se movía seductoramente alrededor de su amigo y él sentía que su corazón se le iba a salir del lugar.

La canción había finalizado y la distancia entre los dos rubios era casi nula. Él la miraba con deseo, ella lo miraba fijo, como intentando buscar algo en sus ojos. Él en cualquier momento se quemaría, ella en cualquier momento se dejaría quemar o saldría corriendo, él desconocía la posible reacción de la rubia si la besaba, ella desconocía las intenciones de su mejor amigo.

Ojos, boca y ojos de vuelta. Ese era el recorrido que hacía la mirada de Tacho respecto de su amiga, de la cual no se había separado. “Ahora o nunca” pensó para sí mismo. Ojos, boca, ojos, boca. Boca, boca, boca. “Contenete Tachito, contenete” se alertaba a sí mismo. Boca, boca, ojos, boca. “No, mejor no te contengas nada y hacé lo que sientas” se contradecía. Boca, boca, ojos, boca, boca, oscuridad. Había cerrado sus ojos y había acabado con la distancia que lo separaba de su mejor amiga. Fuego.

Sintió cómo la rubia se ponía rígida ante el primer contacto de sus labios contra los de ella pero no le importó. Ya se había quemado, y estaba descargando todo lo que sentía, toda la pasión contenida y todo el amor que le tenía en aquél beso. Finalmente la rubia se había dejado llevar y le respondía con tanta pasión y tanto amor como el que él le transmitía. Las ganas de respirar se hicieron presentes.

-No entiendo-Dijo la rubia sin separarse demasiado.

-Perdoname, por favor perdoname, te amo, siempre te amé, pero no como mi mejor amiga, te amo mucho más que eso y ya no me lo podía guardar-Explicó él angustiado.

-No, no entiendo por qué tardaste tanto para besarme.-Respondió ella con una sonrisa y él rápidamente volvió a capturar los labios de la muchacha.

Todos les decían que parecían una pareja de enamorados, los dos se reían ante esos comentarios. Ella porque le causaba gracia que creyeran que estaba enamorada de su mejor amigo cuando era algo obvio.

A veces les seguían el juego y se hacían los que eran novios. Ella se divertía con el juego, se había prometido a sí misma no llorar por ningún hombre, por lo tanto buscaba el lado positivo a las cosas.

Solían caminar de la mano, abrazarse constantemente, salir a cenar los dos solos bajo la luz de las velas y besarse. Ahora Jazmín Romero y Juan Tacho Morales eran novios oficiales, para ellos y para el mundo.

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