jueves, 8 de octubre de 2009

Thursday never looking back

Te levantás más dormida que de costumbre porque es jueves, y si sumás la cantidad de horas que dormiste a lo largo de la semana, no llegás a diez. Te cambiás, con los ojos cerrados y tambaleándote por el sueño, mientras contás las veces que estás a punto de carte y decís en voz lo suficientemente alta, como para que la única que lo escuche seas vos, "La tercera es la vencida" y llega la cuarta y vos todavía no te caíste y te gusta jugar con el destino, pero te sentís muy tar.ada por las cosas que te hace hacer la falta de sueño, y porque esa es la emoción más grande que vas a tener en todo lo que queda del día, y lo sabés. Terminás de arreglarte y de desayunar (en ningún momento dejaste de contar las veces que casi te caés por hacerte la capa y caminar con los ojos cerrados, como si eso hiciera que estuvieras menos cansada) y te volvés a acostar porque todavía faltan quince minutos para que te pasen a buscar y te quedás dormida, hasta que empiezan a tocar bocina y bajás tan rápido que parece que te está corriendo un grupo de ladrones. Llegás a la escuela y las probabilidades de quedarse dormida aumentan, entonces decidís ponerle onda y charlar, o por lo menos poner atención a la clase. Y de repente todos se quedan en silencio y tu amiga grita desde la otra punta del aula "DIEL TENÉS UN CHUPÓN?!" (como si ella, junto con las otras cuatro, no fueran las primeras en enterarse de esos detalles, en el caso de que hubiera algo que contar) y todos se dan vuelta a mirarte al grito de "ooooh!" y vos lo único que podés hacer es reírte, porque no podías preveer que un mosquito te iba a picar en el cuello, y por ponerte perfume se te irritó la piel y te empezó a picar, y todos intentan saber si es realmente verdad que tenés un chupón, cuando tenés tatuado en el medio de la frente que sos captusiana (forever). La hora pasa y te despabilás por completo. Las cuatro horas restantes se pasan volando y por fin salís de la cárcel y mientras esperás al bondi, al que juuuusto los días que tenés menos de media hora para almorzar, cambiarte y volver a la escuela tarda más que de costumbre, a tu amiga la llama el novio, y le dice que está con vos, pero en vez de llamarte por tu apodo te dice por tu nombre completo, sabiendo lo mucho que te molesta, y lo repite unas cuarenta veces, y vos te enojás, y para cuando corta el teléfono les queda una cuadra para llegar a tu casa, y ella se te cuelga del cuello y te dice que te quiere muchísimo, y le empieza a gritar a todos que son novias, y abrís la puerta de tu casa y pasás vos primera porque ya no te comportás como un caballero delante de su dama, porque están en plena crisis conyugal, y mientras almuerzan hablás de lo importante de la confianza en las relaciones, y de que en su relación lo que fallaba era ella, y entre demostraciones de prepucios cortados, momentos religiosos de servidas de puré, y una cambiada terriblemente rápida, salís a las corridas de tu casa, y llegás a la escuela de vuelta, para bailar una y otra vez, durante una hora, la misma coreografía. Y una amiga te dice que si fuera nene te daría bola, y vos le respondés que si fueras piloto le pedirías que te llevara a volar (porque en las clases de gimnasia siempre te hace volar por los aires), y la misma que te gritó a las siete cincuenta de la mañana que tenías un chupón llega a una de las tantas conclusiones del día: Están todas pervertidas, y somos tan unidas como grupo que para el que no nos conoce parecemos una comunidad lemon pie, pero ella lo dice más bruto, como para que se de cuenta hasta un nene de dos años de lo que están hablando.
Y volvés a tu casa con un dolor de cabeza que te está aniquilando, y te volvés a ir, porque nadie quiere llevarte y como tenés que esperar el colectivo y encima tenías que salir antes para pasar a buscar unas fotocopias no te queda ni tiempo para tomar un vaso de agua. Y Subís al colectivo y cuando bajás hacés la buena acción del día ayudando a una mujer a bajar del colectivo y subirse a la vereda, y hasta te ofrecés a acompañarla, pero se opone. Y estás llegando al kiosko y el kioskero ya te conoce de memoria, y mientras él camina por la vereda te saluda como si fueran grandes amigos, y entrás y te encontrás con una amiga, y charlan un rato, pero ella se tiene que ir, y vos también, así que salen y van para lados opuestos.
Y llegás a español y zapateás casi una hora, y cuando deciden empezar con las castañuelas (frustración) te quedás sentada sin hacer nada porque nunca jamás te van a salir, y bajás porque sí se ofrecieron a ir a buscarte, y volvés a tu casa.
Y te conectás, y la única persona que te habla es el sobrino de Wonka, que te invita a Córdoba, y por más ganas de irte a la mierda que tengas, no se puede, porque tenés un montón de obligaciones y planes(sí claro, ahora uno de gallegos) para el fin de semana, así que le decís que no, y siguen hablando, y te echa de la computadora, y te dice que te des una ducha y te acuestes, y vos no sabías que tenías dos padres, pero no le hacés caso y te quedás porque es el momento de relajación diario (Dura todo el día).
Decidís irte a "estudiar" (porque cuando se trata de vos, estudiar siempre va entre comillas) y volvés a los veinte minutos sin saber nada de nada, y el día casi se está terminando, y vas a pasar otra noche sin dormir, pero no te importa porque en la heladera hay torta y es de chocolate.
Y esto es lo que surje cuando tenés unas inmensas ganas de escribir algo, y no sabés qué, y redactás tu día como si fuera la cosa más interesante jamás vista y en realidad fue tan común como otros días.

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