Fiesta Fiesta

Es despertarse sin ganas de nada, sin ni siquiera una mínima esperanza de que va a ser un día no tan aburrido, es prender la computadora y ver cómo pasa el tiempo, pero en realidad parece que no pasa, que se quedó atascado haciendo el día más largo de lo normal, hasta que te llega un mensaje prometedor que dice algo que se traduce en “Fiesta all night, Pijamada all morning”. Es esperar hasta las siete, todavía en pijama, porque el día no era nada prometedor, a que se conecte tu amiga (a la que le declaraste tu amor públicamente), pero no se conecta hasta las siete y media, y vos todavía no te bañaste porque no podías arriesgarte a irte con posibilidades de que se conecte y no se encuentren teniendo tantas cosas de las que hablar. Es empezar a arreglarte a eso de las ocho cuando para ese horario tendrías que estar en el primer punto de encuentro. Es caminar seis cuadras con amigas para llegar a un portón y que te digan en broma “Chicas… no hay más sillas”, entrar y enterarte de que los quince restantes te estaban esperando a vos y a tus amigas para comer y que están todos famélicos por tu culpa. Es hacer quilombo con las cuentas, es sacar plata, repartir plata, gastar plata, pagarle al chico del delivery, a las chicas que compraron alcohol (aunque no tomes). Es salir al patio y que te bailen sensualmente mientras el vecino espía por la ventana con sus amigos. Es entrar y decir lo que te acaba de pasar y que todos salgan a ver si realmente estaba el vecino espiando. Es que todos vean que no estabas mintiendo y que se queden todos en el patio bailando sin importar si el que nos mira es el vecino, el cristo que está cuando subís las escaleras o la cara de muñeca con peluquín que es la tapa del perfume que hay en el baño. Es entrar al living y ver un gato de peluche muy realista sabiendo que les tenés pánico y que te avisen que hay uno que sí es de verdad y capaz te lo cruzás. Es subir al baño de a veinte porque la casa da miedo y encontrar un perfume con una cabeza, y bajar las escaleras viendo los quinientos santos iluminados y todo lo demás oscuro. Es ir afuera a bailar. Es entrar y ver cómo todos tomas bebidas de colores. Es ver cómo algunos se ponen en pedo, otros se marean y otros siguen en estado normal. Es salir y entrar toda la noche. Es tener que entrar definitivamente porque se largó una tormenta torrencial, pero antes pudiste disfrutar de un largo rato bailando debajo de la lluvia. Es tener una visión de que para el martes todos vamos a estar en cama. Es evitar peleas, inventar una banda de rock. Es traerle competencia a los Jonas Brothers y Demi Lobato. Los JB contra Los Topper Brothers y Zulma Lobato que tienen mucho más aguante. Es llamar a la remisería y que en vez de tres remises te manden cuatro pero que a vos te toque ir con Betito y su “regatón” nuevo. Es llegar a la casa de tu amiga y echarte a dormir y levantarte cinco horas después. Es hablar sobre los cuernos desparramadas en el piso, y sobre la realidad captusiana en la que vivimos la mayor parte del grupo. Es bajar y leer el horóscopo. Es leer la parte del amor y hablar sobre chongos y caños, diferencias y similitudes, extremos, chongos y bagres, definiciones, explicaciones. Es salir a la puerta y subir al auto y volver a tu casa. Es volver a la normalidad. Es volver a las cosas buenas. Es volver a salir con los amores de mi vida y pasar una noche increíble a pesar del frío. Es convencerme de que el curso que me acompaña desde principio de año no podría haber sido mejor. Es afirmar que Lio en pedo es un poco violento y que el primo de She tiene que comprarse un escudo o pagarle a un guardaespaldas. Es pensar en cuándo va a volver a haber una reunión así, para pasarla bien. Es darte cuenta que las predicciones que tenías para el día, cuando te levantaste eran completamente erróneas y que no lo podías haber pasado mejor nada más porque la casa daba miedo y porque te podrías haber cruzado con un gato.