jueves, 13 de agosto de 2009

Love bug

No hace tanto tiempo leí una historia de amor que empezaba con un viaje, los dos se conocían en el avión y de a poco se fueron enamorando. Hace muchísimo menos tiempo, viajé en avión, y cada vez que viajo en avión me acuerdo de esa historia, antes de haberla leído, me la imaginaba, aunque la producción literaria de mi cabeza no era (ni es) tan buena. Cada vez que viajo en avión, o por lo menos voy a algún aeropuerto, me imagino esa historia (o alguna más o menos parecida), pero claro que conociéndome, y conociendo mi mala, malísima suerte, nunca jamás de los jamases me va a pasar algo por el estilo, pero a veces me gusta ilusionarme, jugar a inventar posibles conversaciones, e inventar las historias de vida de cada uno, aunque sé que no va a pasar nada, pero por lo menos me divierto un rato, el tema es cuando me llevo las desiluciones. Y ya no estoy hablando del aeropuerto, ni del vuelo, ni de gente que me cruzo por el camino, sino de G y de P, y sé que es una tara.dez mundial ilusionarme, sobretodo teniendo en cuenta mi suerte y lo lejos que viven de mí. Digo que no voy a ilusionarme, pero eso es de la boca para afuera, porque adentro, hay esperanzas de cruzármelos, yendo a comprar el pan, yendo a trabajar, o donde sea, pero verlos, y cuando me entero que alguien medianamente cercano a mí, los vio, o los conoce, todo tipo de esperanza se evapora y sale por los poros y confirmo mi mala suerte, pero después de no verlos por veinticinco días (y quinientas noches ♪ -sí, es una versión pedorra de la canción de Sabina) el reencuentro me dejó un poco extraña, supongo que fue eso, porque sino, no sé qué es lo que me dejó esa sensación durante lo que quedaba del día. En fin, Love is in the air, y como siempre, la posta es LET IT BE.

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