Y no hay nada más divertido que volver a pasar por el corazón, sobre todo si se trata de momentos con amigas, y como lo prometido es deuda, he aquí un post viajero, que se compró un pasaje directo al corazón.
Porque aunque ya estemos grandecitas, nos divertimos haciendo cosas de nenes chiquitos, por ejemplo saludar a las personas desde el auto. Allá por mil novecientos noventa y ocho y principios del dos mil, cada vez que salíamos con un micro de la escuela no podíamos evitar saludar a la gente, e ir contando la cantidad de personas que respondían al saludo. Hacíamos competencias, a ver quién lograba recibir más saludos. Me acuerdo que una vez llegamos a los 119, y también me acuerdo que había gente muy ortiva.
Y ante ayer, también nos pusimos a saludar gente, y también había gente ortiva, pero había un par que no, y saludaban y se cagaban de risa.
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