martes, 17 de noviembre de 2009

Trenes, camiones y tractores

De chiquita, me acuerdo que, cuando pasaba el tren, me ponía a contar la cantidad de vagones que tenía, y no me molestaba si pasaba uno, si pasaban dos, o si tardaba tres horas y media y la barrera se quedaba trabada. Ahora es todo lo contrario, ahora no cuento los vagones, y no me banco la espera, no soporto que se trabe la barrera y odio tener que esperar tres horas y media. Definitivamente es algo que nunca voy a soportar, y encima me siento una idi.ota esperando que pase el tren quince metros antes de donde está la barrera, viendo cómo cruza todo el mundo menos yo. Solo si estoy DEMASIADO apurada, cruzo, mirando que los lugares donde pise sen en el medio de los dos carriles, y no sobre el metal por donde pasa el vagón, y solo si el tren no se ve todavía, sino, olvidate. Lo peor de todo, es que quince metros antes, justo donde espero yo, hay gatos. Es la combinación perfecta para odiar al tren. Y nunca faltan los obreros que te gritan de todo menos fea, por más que te haya pasado un camión por encima.

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